En el Cratilo, Platón presenta a Hermógenes como quien sostiene que todos los nombres son exactos por convención. La teoría convencionalista niega que la exactitud de los nombres (ỏνομάτωνòρθότητος)
obedezca a las leyes internas basadas en la naturaleza de los seres, es decir, no hay un vínculo de necesidad causal entre las entidades lingüísticas y las ontológicas, no hay un criterio único de exactitud, sino que; los nombres son exactos por convención (ξυνθήκη) y acuerdo (όμολογία).
Veamos, si en verdad los nombres son exactos por convención y acuerdo, y si tenemos en cuenta que, siempre que se habla de estas dos palabras se entiende que sólo pueden existir en una comunidad; entonces necesariamente, la asignación de nombres debe ser el resultado de un acuerdo, donde por lo menos, debe existir más de una persona para lograr el consenso. Entendida así, la teoría convencionalista implica que, todo nombre que sea asignado a un objeto, debe ser el resultado de una confrontación de opiniones, pero nunca podrá ser una empresa llevada a cabo por un sólo hombre.
Ahora bien, Hermógenes no sostiene esta teoría tal como la hemos explicado, sino una teoría radical, que sutilmente, Platón la relaciona con la teoría sofista del lenguaje, las teorías de Protágoras y de Eutidemo. Para derribar esta teoría, Sócrates, partiendo de la base de que << es posible proferir un nombre falso o verdadero en tanto en cuanto haya enunciados falsos o verdaderos>> (385d), lleva a Hermógenes a aceptar que es posible hablar falsamente, y por lo tanto, los nombres no son exactos por convención y acuerdo.
En 384d Hermógenes explica : << cualquiera que sea el nombre que se le imponga a algo, ese es el correcto, y si se le cambia por otro, aquél deja de designarlo, y en modo alguno es este último menos correcto que el primero>>.
Y Sócrates pregunta << ¿el nombre que cada uno atribuye a un objeto es el nombre de cada objeto? >>. A lo que Hermógenes responde afirmativamente. Sócrates vuelve a preguntar: <<¿Entonces también cuantos se atribuyan a cada objeto, todos ellos serán sus nombres y en el momento en que se les atribuye?>> Y Hermógenes no duda en responder afirmativamente.
Como vemos, al dar esta última respuesta, Hermógenes se compromete con una teoría extrema, ya no es el convencionalismo que explicábamos más arriba, en el cual necesariamente debía existir el acuerdo; lo que aquí acepta Hermógenes es un individualismo que se satisface con que cualquiera asigne a su gusto un nombre determinado a un objeto particular, << tanto si el que lo asigna es un particular como si es una comunidad >> (385a).
Hermógenes admite que el nombre que unos dan a un objeto es igual de exacto al que le asignan otros hombres de formas totalmente diversas. Así, el objeto no tiene un único nombre adecuado a su esencia, sino que todos los nombres son adecuados. El nombre que cada uno da al objeto es el nombre exacto, y esta es, según Sócrates, la teoría de Protágoras.
Sócrates pregunta: <<¿con los seres también es así, que su esencia sea percibida de forma particular por cada persona, como afirmaba Protágoras cuando decía que el hombre es la medida de todas las cosas>> (385 e - 386 a).
Hermógenes no puede responder a la pregunta de Sócrates. Así, si las cosas son como cree Protágoras, un nombre y otro son igual de exactos, porque la exactitud está en el entendimiento del hombre; los objetos no son por sí mismos, sino que, los objetos son lo que son para el hombre.
La posición de Eutidemo, es el extremo de la teoría de Protágoras, y explica que << todo es igual para todos al mismo tiempo y en todo momento >> (386 d).
De la teoría de Protágoras y de la de Eutidemo, Sócrates concluye: todos los hombres poseen la sabiduría.
Pero esta tesis, como lo muestra la experiencia, es rotundamente falsa, ya que es evidente que no todos los hombres son sabios, esto quiere decir que el discurso de Protágoras no dice la verdad, por lo cual, queda demostrado que es posible hablar con falsedad; y siendo que, para la acción de hablar nos servimos del nombre, es evidente que el nombre puede ser tanto falso como verdadero. Por lo tanto, podemos decir que no todos los nombres son exactos, en otras palabras, los nombres no son exactos por convención. <<Luego, si ni todo es de la misma manera para todos al mismo tiempo y por siempre, ni cada cosa es individual para cada persona, está claro que las propias cosas detentan por sí mismas una esencia estable>> (386 e).
De lo anterior, podemos observar que, si los seres permanecen inmutables y los nombres cambian continuamente, es evidente que esta teoría del lenguaje no tiene ninguna utilidad para una teoría epistemológica. Esta teoría deja al lenguaje alejado de la ontología, y sólo tiene utilidad en una teoría coherentista. Por tanto, Sócrates induce a Hermógenes a aceptar que, al igual que las cosas, los actos que se refieren a las cosas del mundo, deben tener una naturaleza propia. Y teniendo en cuenta que el hablar es un acto, necesariamente, el hablar debe tener su naturaleza propia. Luego, el nombre, que es el instrumento del cual se hace uso al hablar, debe tener una naturaleza propia. Y he aquí que Hermógenes cae en el naturalismo.
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